Aún en nuestros días es habitual encontrar grandes árboles al pie de iglesias y ermitas, la presencia de estos árboles-templo señala antiguos lugares sagrados. En la antigüedad, el árbol fue centro de reunión, acogía a la tribu a la vez que era su líder espiritual. Con el advenimiento de la nueva religión cristiana el árbol sagrado se convierte en un ídolo pagano al que la iglesia opta por asimilar para facilitar la conversión de las tribus animistas.
La imagen nos muestra un árbol desnudo, en invierno, en la época de corta, con las heridas del hacha y la sierra a su pie, representado el instante antes de caer abatido. La pieza está concebida como una matriz xilográfica, articulada en tres partes a modo de retablo para aludir a su carácter sacro.
Abrir la pieza y verlo representado es como abrir un libro para leer la imagen, para reconocer en este caso a una víctima inocente, como un Varón de dolores de la tradición medieval que en este caso ya no es Cristo sino un roble acompañado con su particular arma christi o instrumentos de pasión, el hacha y la sierra.