Antes de ser escultura, la barca de piedra ya existía en los relatos de piedras flotantes, narraciones comunes en Irlanda, Islas Británicas, Bretaña y Galicia, leyendas que narran viajes y llegadas de deidades en barcos de piedra, la más conocida la de Santiago Apostol y su llegada a Padrón, pero también San Andrés de Teixido, Santa Comba de Cobas, San Juan de la Misarela, La virgen de A barca de Muxía, San Declan de Ardmore, San Brandán …
Lo poético e incongruente al pensar en la idea de una piedra que navega se magnifica al ser llevado al terreno de la escultura. Esta disciplina mejor que ningún otro medio tiene la virtud de permitir atestiguar, el objeto escultórico se opone a lo virtual, comparte nuestro espacio físico, está a nuestro alcance, nos permite tocar para creer que el granito pesa y flota…
La barca fue botada el día 16 de abril en el lavadero del pueblo de Mallas en Fisterra y, para asombro de incrédulos, flotó..