La propuesta de tallar una crucificada fue sugerida por el promotor de la obra. Afortunadamente no fue difícil llevar este proyecto a mi terreno para poder resolverlo con la mayor pasión posible. Mi ilusión siempre había sido tallar un crucificado, por la simple experiencia y el romanticismo que supone un proyecto de tal magnitud. Enseguida entendí que la propuesta de tallar una crucificada era, si cabe, más evocadora por las preguntas que sugiere.
El simple hecho de sustituir el protagonista masculino de la crucifixión por una mujer transforma el significado religioso original de este icono universal, convirtiéndolo en laico. Aun así, la crucificada, en su apreciación estética más arreligiosa, sigue transpirando espiritualidad.