El modelo es claro, rápidamente reconocible, el brazo de un Cristo barroco. Yace en el suelo, en un espacio desolado, la imagen proyecta cierta decadencia. Aunque es un fragmento, no se trata de una rotura trágica, es simplemente un elemento desensamblado de una unidad.
Su imagen genera extrañeza, preguntas. ¿Dónde está el resto del cuerpo? ¿En qué lugar de culto estuvo? ¿Por qué está así? Es lo que ocurre cuando una obra asociada a un significado y espacio es cambiada de escenario. Su misterio sigue siendo el mismo pero inevitablemente su significado cambia.
La imagen del "brazo olvidado" no es un ejercicio de iconoclastia, todo lo contrario, alaba una forma y el oficio que la genera.