Su pose hace referencia al conocido cuadro del Greco, pero su mano clavada sobre el pecho nos recuerda a una Dolorosa. Sin embargo, el Caballero de la mano en el pecho ahorra en artificios que lo acerquen a la realidad. Su escala es inferior a la de un ser humano, sin policromía que oculte su construcción.
Todo está a la vista, cada unión, cada uno de los cortes de la gubia sobre su piel de madera. A través de su espalda muestra sus entrañas vacías. Más importante que reconocer una figura es reconocer una emoción humana. Al igual que un "Doloroso", el caballero de la mano en el pecho es un retrato del dolor.