En apariencia la sierra parece una herramienta sencilla, pero su tecnología es muy compleja, necesita de parámetros muy precisos para conseguir la máxima eficacia, tipo de acero, forma y ángulo del diente, triscado, y todo adaptado al tipo de corte que se necesite, a lo largo de la fibra, de través, en madera verde, seca, gruesa, delgada, dura o blanda. Alcanzar la total eficacia del instrumento no fue fácil. Sin lugar a dudas como en todas las buenas herramientas su mejora y perfeccionamiento consistió en miles de aportaciones anónimas.
Una herramienta de transformación de la madera tan fundamental para la humanidad llegó a generar cuentos evocadores y mágicos que contribuyen de una forma poética a intentar explicar su invención.
Cuenta una leyenda vasca, recogida por Barandiarán en la región de Oyarzun, que el secreto de la sierra estaba en una hoja de castaño. Los Basajaum, seres antropomórficos dotados de gran fuerza y conocimientos, eran señores de los bosques. Martintxiki héroe civilizador de la mitología vasca, con astucia fue apoderándose de los saberes de los Basajaum, entre ellos el de la sierra:
El Basajaum fabricaba la sierra, no así el Martintxiki que carecía de modelo para ello. Deseando este conocer el secreto, envió a su criado a que anunciara al Basajaum que Martintxiki había fabricado la sierra. Al oír esto, el Basajaum le preguntó: "¿Es que tu amo ha visto la hoja del castaño?" "No la ha visto, pero la verá" contestó el criado, quien refirió después a Martintxiki lo sucedido. De ahí se propagó la técnica de la fabricación de la sierra por todo el mundo. El Basajaum entró de noche en la fragua de Martintxiki para comprobar si éste había fabricado alguna sierra. Al verla le torció los dientes alternativamente pretendiendo inutilizarla, pero en realidad la mejoró, puesto que así, triscada, la hoja de la sierra podía moverse holgadamente en la hendidura. Sin saberlo, el Basajaum inventó también el triscado de las sierras.