Esta obra toma como punto de partida la tradición barroca de las figuras relicario, el cuerpo como "recipiente". La mayoría de las tallas antiguas estaban huecas, generalmente por razones técnicas, reducir peso, evitar grietas en la madera, ahorrar material, etc. Este hecho facilitaba que se pudiesen utilizar como relicarios o de forma más poética como recipiente para toda suerte de mensajes. Innumerables tallas del pasado contienen en su interior hueco mensajes o documentos que normalmente sus autores depositaban dentro de la obra durante el proceso de elaboración.
Esta realidad es la que inspira "I hold a secret", la cabeza como recipiente, en este caso de un secreto. El personaje anónimo se muestra como un profeta que guarda en su interior hueco un mensaje. Todos los orificios que conducen al interior de la cabeza están perforados, ojos, boca, fosas nasales, oídos. Esto facilita la entrada de luz a la vez que la boca entreabierta deja ver el documento depositado por el autor dentro de la cabeza.
Una cabeza "recipiente" de un secreto a voces, pero imposible de extraer sin romper o cortar la talla.